Más Allá de la Basura: El Viaje de la República Dominicana Hacia una Economía Circular del Plástico

La República Dominicana, un paraíso de playas de arena blanca y aguas cristalinas, se enfrenta a un problema de gran envergadura: la contaminación por plásticos y foam. Es un desafío que va más allá de un simple problema de basura; es una encrucijada económica y ambiental que requiere un cambio de mentalidad radical.

Cada año, el país genera alrededor de 88,000 toneladas de residuos plásticos. ¿El problema? Se estima que el 75% de estos residuos, o unas 66,000 toneladas, no se gestiona adecuadamente. Gran parte de esta carga se abre camino a través de ríos y cañadas hasta terminar en nuestro preciado Mar Caribe. Esto no solo daña los ecosistemas, sino que también amenaza la industria turística, un pilar vital de nuestra economía.

El Dilema del Plástico y el Foam

Un material particularmente problemático es el poliestireno expandido, conocido como foam. Es un material ligero, higiénico y de bajo costo que se usa en todas partes, desde la comida de la calle hasta los empaques de productos. Su misma ligereza y estructura, sin embargo, lo hacen casi imposible y muy costoso de reciclar a gran escala.

Este dilema ha polarizado a la sociedad. Por un lado, la sociedad civil y las ONGs, como "Dale Banda al Foam", argumentan que la única solución es una prohibición total e inmediata para proteger nuestros ecosistemas. Por otro lado, la poderosa industria del plástico, que genera más de 41,400 empleos y contribuye significativamente al PIB, argumenta que una prohibición abrupta sería económicamente desastrosa. Su postura es que la solución radica en una regulación efectiva y en el desarrollo de la infraestructura de reciclaje.

Del Problema a la Oportunidad: El Caso del Sargazo

Aquí es donde entra en juego el concepto de Economía Circular, un modelo que desafía la lógica de "tomar, hacer y desechar". En lugar de ver los residuos como el final de un ciclo, los ve como un recurso valioso.

El ejemplo más fascinante de esta transición en la República Dominicana es el sargazo. Esa "marea marrón" que cada año invade nuestras costas, afectando la vida marina y el turismo, ha sido reinventada. Empresas y académicos están descubriendo que el sargazo es un tesoro de biopolímeros, listos para ser transformados en productos de alto valor.

Desde el sargazo se puede producir:

  • Bioplásticos y empaques biodegradables: Plásticos que se descomponen en tan solo 14 días.

  • Bioenergía: Combustibles como el biogás o el bioetanol.

  • Biofertilizantes: Abono orgánico para una agricultura más sostenible.

Iniciativas como las de AlgeaNova y SOS Carbon no solo están creando productos innovadores, sino que también están generando nuevos empleos para los pescadores locales, convirtiendo un problema en un "oro azul".

Un Futuro Colaborativo y Circular

La historia del plástico y el foam en la República Dominicana no tiene por qué terminar con la basura. La clave es una transición estratégica y colaborativa. El gobierno, la industria, la sociedad civil y la academia deben trabajar juntos para crear incentivos, promover la innovación y, sobre todo, cambiar nuestros hábitos de consumo.

Campañas como "Voy con la Mía" nos recuerdan que cada acción cuenta, desde llevar nuestra propia bolsa de tela hasta elegir productos reutilizables. La solución no está en la prohibición por sí misma, sino en la capacidad de ver nuestros residuos no como un fin, sino como el principio de un nuevo ciclo productivo.

Es hora de pasar de una economía lineal a una circular, transformando los desafíos en oportunidades y asegurando un futuro más limpio y sostenible para todos en la República Dominicana.

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